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Datos personales
- Psic. Laura Fernández Torrisi
- Naucalpan, Estado de México, Mexico
- ♆ Dirigido a público en general, con temas seleccionados para el bienestar de la salud emocional, el desarrollo humano y la familia. También a la comunidad de mujeres con ENDOMETRIOSIS.Quisiera aportar, por este medio y contando con mi preparación académica, así como con mi experiencia de vida, y laboral, algo que pudiera ayudar a mejorar la calidad de vida de quien lo lea. Servir de orientación para quien desée realizar cambios positivos, o para buscar el apoyo adecuado en el momento que se requiera. PARA TODA PERSONA INTERESADA EN SU CRECIMIENTO PERSONAL.
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viernes, 31 de agosto de 2012
SÍNDROME DE BURNOUT Y EL PERSONAL DE LA SALUD - Por: Laura Fernández Torrisi
Es la paradoja de la atención en salud, el profesional de salud se enferma en la misma medida en que éste sana a sus pacientes
(Molina 2007)
El
Sindrome de Burnout o Síndrome del “quemado” se presenta sobre todo en las
personas que realizan trabajos vocacionales como la medicina, enfermería, psicología,
psiquiatría los paramédicos, y aunque puede darse en otros sectores como la
enseñanza, principalmente se da en el personal que trabaja en hospitales. La
presión y el trabajo excesivo, el poco personal, los horarios extensos, el
querer hacer más de lo que humanamente se puede y el bajo salario son las
causas de este serio padecimiento. Está asociado al Estrés y suele confundirse con
éste pero son diferentes. Es una sensación de fracaso, de una existencia
agotada o gastada resultado de una sobrecarga de exigencias de energía,
reducción de recursos personales y espirituales, se producen sentimientos y
emociones negativos en el contexto laboral. Hay una experiencia general de
agotamiento físico, emocional y actitudinal; un “vaciamiento de sí mismo” provocado
por el agotamiento de los recursos físicos y mentales, producto del extremado
esfuerzo, a veces por alcanzar una expectativa poco realista hacia sus logros
con el paciente. Ya sea impuesta por él mismo o por la institución.
Las
tres principales afecciones son:
a)- disminución de la realización personal
b)- cansancio
emocional
c)- despersonalización
c)- despersonalización
Los
síntomas abarcan estas cuatro áreas
1- Psicosomática: fatiga crónica, frecuentes dolores de cabeza, problemas de sueño, úlceras y otros desórdenes gastrointestinales, pérdida de peso, dolores musculares, etc.
2- Conductual: ausentismo laboral, abuso de drogas (café, tabaco, alcohol, fármacos, etc.), incapacidad para vivir de forma relajada, superficialidad en el contacto con los demás, comportamientos de alto riesgo, aumento de conductas violentas.
3- Emocional: distanciamiento afectivo como forma de protección del yo, aburrimiento y actitud cínica, impaciencia e irritabilidad, sentimiento de omnipotencia, desorientación, incapacidad para concentrarse, sentimientos depresivos
4- Laboral: detrimento de la capacidad de trabajo y en la calidad de los servicios que se presta a los pacientes, aumento de interacciones hostiles, comunicaciones deficientes.
1- Psicosomática: fatiga crónica, frecuentes dolores de cabeza, problemas de sueño, úlceras y otros desórdenes gastrointestinales, pérdida de peso, dolores musculares, etc.
2- Conductual: ausentismo laboral, abuso de drogas (café, tabaco, alcohol, fármacos, etc.), incapacidad para vivir de forma relajada, superficialidad en el contacto con los demás, comportamientos de alto riesgo, aumento de conductas violentas.
3- Emocional: distanciamiento afectivo como forma de protección del yo, aburrimiento y actitud cínica, impaciencia e irritabilidad, sentimiento de omnipotencia, desorientación, incapacidad para concentrarse, sentimientos depresivos
4- Laboral: detrimento de la capacidad de trabajo y en la calidad de los servicios que se presta a los pacientes, aumento de interacciones hostiles, comunicaciones deficientes.
También
se puede experimentar astenia (falta o decaimiento de fuerzas
caracterizado por apatía, fatiga física o ausencia de iniciativa) y
agitación al mismo tiempo (tics nerviosos, temblor de manos); palpitaciones;
taquicardia y punzadas en el pecho; aumento de la tensión arterial; dolores
musculares sobre todo en la zona lumbar; cefaleas; problemas digestivos;
trastornos del sueño e inapetencia sexual. Estos síntomas terminan invadiendo
la vida social y familiar del afectado, que opta por aislarse y quedarse solo.
El
Burnout también puede traducirse como “quemadura” del cuidador de un enfermo
terminal o con una larga enfermedad incapacitante. Se manifiesta por un estado
de agotamiento físico, emocional y mental; y de un cambio de actitud positiva a
negativa (apatía). Se puede experimentar fatiga, tensión, irritabilidad, desesperación,
ansiedad y depresión. Cambios en hábitos de sueño y alimentación, aislamiento y
hasta deseos de lastimar a la persona que cuida. Confusión, expectativas poco
realistas, falta de control, demandas desproporcionadas (autoexigencia). Esto
ocurre cuando el cuidador intenta hacer más de lo que puede. Cuando su carga de
trabajo es intensa. A esto puede sumarse la poca o nula retribución económica,
la falta de cooperación de otros familiares y la desmotivación.
Este
padecimiento, en todos los casos puede ser de primero, segundo o tercer grado,
esto va desde síntomas de agotamiento casuales y de corta duración; a síntomas
más duraderos acompañados de sentimientos negativos y frialdad hacia sus
compañeros y pacientes; hasta llegar al más severo con síntomas continuos,
depresión, aislamiento y se intensifican los problemas inter personales y
familiares.
Como
cuidado preventivo, el profesional o cuidador que lo padezca debe conocer sus
límites, ser honesto sobre su situación personal, reconocer y aceptar el Bornout.
Estar informado sobre la enfermedad de la persona que cuida. Desarrollar nuevas
herramientas. Acentuar lo positivo y hacer uso del sentido del humor. Cuidar de
su alimentación, sus horas de sueño y hacer ejercicio. Conocer y aceptar sus sentimientos
negativos, por ejemplo la frustración o el enojo. Socializar, divertirse, meditar,
disfrutar el tiempo con la familia o la pareja.
Puede
ayudar fijarse metas realistas, acudir a un profesional (terapeuta, psicólogo o
psiquiatra) asistir a un grupo de ayuda o hasta a una clínica de reposo. Los
grupos pueden proporcionar información y recursos.
Creo que todos nosotros podemos sufrir
este problema, si bien está dirigido a los cuidadores de enfermos terminales,
tanto médicos como enfermeras, terapeutas, asistentes sociales o tanatólogos
podemos padecerlo si no se tienen los cuidados preventivos adecuados. Creo
también que esto puede pasar en otro tipo de trabajos donde la persona esté
sometida a situaciones como las mencionadas. Este padecimiento ha ido
incrementando en los profesionales de la salud. En el caso de la atención a
enfermos terminales, sabemos que trabajar con personas a las que hay que
atender, cuidar, orientar, ayudar o acompañar es muy tensionante y provoca un
fuerte desgaste físico y emocional. Por eso es importante que como
profesionales de la salud sepamos identificarlo y conozcamos sus
manifestaciones y tratamiento. Y sobre todo prestemos atención a nuestra forma
de trabajar para prevenirlo en nosotros mismos.
Escrito por: Laura Fernández Torrisi
Etiquetas:PSICOTERAPIA
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