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Datos personales
- Psic. Laura Fernández Torrisi
- Naucalpan, Estado de México, Mexico
- ♆ Dirigido a público en general, con temas seleccionados para el bienestar de la salud emocional, el desarrollo humano y la familia. También a la comunidad de mujeres con ENDOMETRIOSIS.Quisiera aportar, por este medio y contando con mi preparación académica, así como con mi experiencia de vida, y laboral, algo que pudiera ayudar a mejorar la calidad de vida de quien lo lea. Servir de orientación para quien desée realizar cambios positivos, o para buscar el apoyo adecuado en el momento que se requiera. PARA TODA PERSONA INTERESADA EN SU CRECIMIENTO PERSONAL.
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jueves, 6 de septiembre de 2012
CERRAR Y APAGAR LA LUZ.... TÉRMINO DEL PROCESO TERAPÉUTICO - Por: Laura Fernánez Torrisi
Dedicado a:
todas y todos los que llegaron un día a mi consultorio,
confiaron en mi y abrieron su corazón para compartirlo conmigo.
GRACIAS!!
Y a tí que pusiste en mis manos tu testimonio de vida, para mi, lo más valioso.
NAMASTÉ
Toda la vida y todo comportamiento son gobernados por el proceso de homeostasis, o también llamado adaptación o autorregulación.
En este artículo voy a hablar de la última etapa del encuentro terapéutico, desde que la persona llega, se abre la puerta del consultorio y se enciende la luz que simbólicamente iluminará lo que está oscuro, hasta la última sesión, el cierre, el final. Cuando se termina esta relación, hay sentimientos que experimenta el paciente y también el terapeuta.
Para entender cómo se va dando este proceso en el espacio terapéutico y en el tiempo que dura, Rogers describe cómo lo viven las personas que inician y continúan una terapia. Desde su trabajo Humanista menciona siete etapas del proceso que, en términos generales, así es como se desarrolla:
*(La palabra constructo utilizada por Rogers, es similar al término autoconcepto, se refiere a cómo las personas forman un concepto acerca de ellas mismas, lo que creen de sí mismas)
- · Primera etapa
Hay cierta resistencia
a comunicar lo interno. La comunicación sólo se refiere a hechos externos.
No se reconocen sentimientos
y significados personales, ni se admiten como propios.
Los constructos
personales son extremadamente rígidos.
Las relaciones
íntimas y comunicativas provocan miedo y desconfianza.
No se reconocen ni
se perciben los problemas.
Puede no haber
deseos de cambiar.
Se presentan
bloqueos internos, no se reconocen sensaciones, el cuerpo se tensa.
- · Segunda etapa
Comienza a fluir la
comunicación en relación con problemas ajenos al sí mismo.
Los problemas se
perciben como externos al sí mismo. Como algo no causado por la persona.
No hay sentido de
la responsabilidad personal en relación con los problemas.
Los sentimientos se
describen como objetos ajenos o que pertenecen al pasado.
Si se manifiestan
sentimientos, pero no se los reconoce como tales ni como propios.
Se habla de los
sentimientos.
La experiencia está
limitada por la estructura del pasado.
Los constructos
personales son rígidos, no se reconocen, se consideran como hechos objetivos.
La diferencia de
significados y sentimientos personales es limitada.
Pueden expresarse
contradicciones, pero se dificulta reconocerlas como tales.
Se habla todavía de
manera global o general.
- · Tercera etapa
Fluyen con mayor libertad las expresiones del sí mismo como objeto.
Las experiencias del
sí mismo también se expresan como si fueran objetos.
El sí mismo también
se expresa como un objeto reflejado, que existe principalmente en los demás.
(Se ponen o adjudican a otros, características y sentimientos propios)
Se expresan o
describen frecuentemente sentimientos o significados personales no
pertenecientes al presente.
Es mínima la
aceptación de los propios sentimientos. La mayor parte de ellos se expresa con
un juicio de valor; como algo vergonzoso, malo, anormal o inaceptable por
alguna otra razón.
Cuando los sentimientos
se exhiben, a veces son reconocidos como tales.
La experiencia se
percibe como algo ajeno o perteneciente al pasado.
Los constructos
personales son rígidos, pero pueden ser reconocidos como constructo y no como
hechos externos.
Es ligeramente
más nítida la diferenciación de
sentimientos y significados y menos global que en las etapas anteriores.
Se reconocen las
contradicciones de la experiencia.
Las elecciones
personales suelen considerarse ineficaces.
- · Cuarta etapa
Describe
sentimientos más intensos, comienza a hablar en presente, a veces sin que se de
cuenta y en contra de sus deseos.
Los sentimientos se
describen como objetos del presente.
Se tiende a
experimentar los sentimientos en el presente
inmediato; esta posibilidad va acompañada de desconfianza y temor.
La aceptación franca
de sentimientos es escasa. La experimentación está menos ligada a la estructura
del pasado, es menos remota y en ocasiones puede producirse con escasa
distancia temporal.
La construcción de
la experiencia es más flexible. Se descubren algunos constructos personales, se
los reconoce con claridad y se comienza
a cuestionar su validez.
La diferenciación
de sentimientos, constructos y significados
personales aumenta constantemente y existe cierta tendencia a procurar
la exactitud en la simbolización (la forma en la que se percibe, interpreta, o se nombra un sentimiento o una experiencia).
Las contradicciones
e incongruencias entre la experiencia y el sí mismo, inspiran preocupación.
Existen
sentimientos de responsabilidad propia en relación con los problemas, todavía
con cierta duda.
A pesar de que una
relación íntima le asusta, le parece peligrosa, el cliente se arriesga y se
atreve a relacionarse en cierta medida a partir de sus sentimientos.
- · Quinta etapa
Los sentimientos se
expresan libremente en tiempo presente.
La posibilidad de
experimentar plenamente los sentimientos está muy cerca. Estos empiezan a
surgir “ a borbotones", "se filtran", a pesar del temor y la
desconfianza que le inspira la
posibilidad de experimentarlos de manera plena e inmediata.
Aparece una
tendencia a advertir que vivenciar un sentimiento implica una acción directa.
Los sentimientos
que "surgen a borbotones" suelen despertar sorpresa y temor, amenaza y casi nunca placer.
Los sentimientos se
empiezan a reconocer como propios, hay una necesidad de ser esos sentimientos,
de ser el "yo verdadero".
La experiencia ya
no es algo remoto, se produce con una demora mínima.
La experiencia se
construye de modos mucho menos rígidos. Se descubren nuevos constructos personales, se los examina
y cuestiona.
Existe una
necesidad intensa y notoria de diferenciar con exactitud los sentimientos y
significados.
Las contradicciones
e incongruencias de la experiencia son encaradas cada vez con mayor claridad.
Aumenta la
aceptación de la propia responsabilidad en los problemas, aumenta también la
preocupación acerca de en qué medida él ha contribuido a ellos.
Los diálogos que se
sostienen en el interior del sí mismo se van liberando, la comunicación interna
se mejora y su bloqueo se reduce.
- · Sexta etapa
Puede experimentar
como inmediatos los sentimientos que antes estaban "atascados",
inhibidos en su cualidad de proceso.
Estos sentimientos
fluyen hasta sus últimas consecuencias.
Un sentimiento del
presente se experimenta directamente, de manera inmediata y rica.
Se acepta esta
cualidad inmediata de la experiencia y el sentimiento que la constituye. Ya no
hay temor, necesidad de negarlo, resistirse o luchar contra esto.
El cliente vive
subjetivamente en la experiencia, pero todavía sin advertirlo.
El sí mismo como
objeto externo tiende a desaparecer.
En esta etapa la
experimentación adquiere verdaderas características de proceso.
La persona está más
relajada físicamente.
La comunicación
interna es libre y relativamente exenta de bloqueos.
La incongruencia
entre la experiencia y la percepción se experimenta vívidamente a medida que se
transforma en congruencia.
En este momento de
vivencia desaparece el constructo personal
pertinente y la persona se siente libre de su sistema anteriormente
adoptado.
El momento de la
vivencia plena se convierte en un referente claro y definido.
La diferenciación
de la vivencia es penetrante y clara.
En esta etapa ya no
hay más "problemas" externos ni internos.
El cliente vive
subjetivamente una fase del problema que ha dejado de ser un objeto ajeno.
- · Séptima y última etapa
Los sentimientos
nuevos se experimentan de manera inmediata y rica en matices, tanto dentro como
fuera de la relación terapéutica.
La vivencia de
estos sentimientos se utiliza como un referente claro.
La aceptación de
estos cambiantes sentimientos como propios aumenta y coexiste con una confianza
básica en el proceso mismo.
La vivencia ha
perdido casi por completo sus aspectos limitados por la estructura, se
convierte en vivencia de un proceso; esto significa que la situación se
experimenta e interpreta como nueva, presente y no como algo pasado.
Poco a poco el sí
mismo se convierte simplemente en la conciencia subjetiva y reflexiva de la
vivencia.
El sí mismo se
percibe cada vez menos como un objeto. Se lo siente con mayor frecuencia como
un proceso que inspira confianza.
Los constructos
personales se replantean provisionalmente, se actualizan para ser luego
validados mediante las experiencias ulteriores; se los plantea con mayor
flexibilidad.
La comunicación
interna es clara: los sentimientos y símbolos se correlacionan de manera adecuada,
hay términos nuevos para describir sentimientos nuevos.
El cliente
experimenta la elección efectiva de nuevas maneras de ser..
El paciente, en
el transcurso de este proceso, va desde el miedo y la ansiedad que ocasiona la
primera sesión, la incertidumbre de no saber con quién se va a encontrar, se piensa en el terapeuta: quién será, cómo será, qué va a pasar allí,
de qué le va a hablar, le solucionará su problema…. Hasta todo lo que se vive después, a veces con dolor, con sorpresa, con enojo, frustración, desencanto, descubrimiento, alegría... Esto ocurre dentro del marco de una relación de respeto, empatía, calidez, congruencia y aceptación... Todo esto va pasando sin que la persona sepa aún que esas
preguntas que formuló en el inicio debe volcarlas hacia sí mismo, a él como hacedor de su camino y con la sorpresa de que a quien conocerá será a Sí Mismo…
Así lo expresan Fagan y Shepherd en su Teoría Paradójica del Cambio donde sostienen que el cambio se produce cuando la persona se convierte en quien és y no cuando trata de convertirse en quien no és. "El cambio no tiene lugar merced al intento coactivo realizado por el individuo para cambiar o por otra persona para cambiarlo, pero si tiene lugar cuando aquel invierte tiempo y esfuerzo en ser quién y cómo és. Al rechazar el papel de agentes de cambio, posibilitamos un cambio significativo y metódico. La paradoja consiste en que mientras más uno trata de ser lo que no és, más permanece igual. Al abandonar la lucha contra la propia resistencia y el deseo de ser otro, y admitir que uno es como és, puede reconocerse la necesidad o deseo subyacente, completar la guestalt y dar paso a nuevas necesidades o conductas.
Nos
ocurren muchas cosas durante este tiempo/espacio terapéuticos, aprendemos a
experimentar, vivenciar, sentir, a hacernos cargo de nosotros mismos, responsabilizarnos, darnos cuenta, a saber cómo nos relacionamos con los demás, cómo nos sentimos. Pasamos por momentos no muy agradables y por
otros muy hermosos. Es un aprendizaje para ser llevado a la práctica fuera del espacio terapéutico y con la gente que compartimos nuestra vida cotidiana.
En
algunas personas el pensar que este proceso llega a su fin provoca diversos
sentimientos como cierta ansiedad, miedo a ser “soltado”, el pensar que se
extrañará al terapeuta, la inseguridad de continuar sin esa guía. Otros
experimentan un final feliz, con la satisfacción clara de sus logros hasta ese
momento. Lo cierto es que estos sentimientos son momentáneos, si no fuera así y se viviera con un sentimiento de abandono o de enojo o simplemente el paciente (si fuera el terapeuta, sería más grave) no pudiera irse, hablaríamos de un sentimiento de apego disfuncional. Parte del aprendizaje que se debió haber tenido es ese, el de terminar cuando es el justo tiempo y no quedarse pegado en la relación, ni en una dependencia.
Si el proceso terapéutico cumplió su objetivo, el crecimiento del paciente, su madurez y su autoapoyo, la persona seguirá su camino con la certeza de haber hecho un buen trabajo, se llevará las herramientas aprendidas y también porque no la confianza de que puede volver a retomar su proceso en otro tiempo, otro espacio y tal vez otro terapeuta, si así lo desea.
Si el proceso terapéutico cumplió su objetivo, el crecimiento del paciente, su madurez y su autoapoyo, la persona seguirá su camino con la certeza de haber hecho un buen trabajo, se llevará las herramientas aprendidas y también porque no la confianza de que puede volver a retomar su proceso en otro tiempo, otro espacio y tal vez otro terapeuta, si así lo desea.
Estas
son palabras textuales de alguien a quien me une una linda amistad, ex paciente
de una colega y amiga mía al contarme que había terminado su proceso:
"Estaba rumbo a la terapia con los
nervios muy parecidos como cuando asistí la primera vez, el día que veía lejos
ahora estaba a unos pasos, sentí mucha alegría porque había llegado a un final
muy gratificante y emocionante pues me había dado la oportunidad y mi tiempo
para realizar un cambio, mi constancia y mi esfuerzo fueron claves. La sesión
fue un breve resumen de todo lo que habíamos trabajado y con las herramientas
que contaba, más apertura, más positivismo, mejores caminos para la solución de
conflictos, analizar diversos puntos de vista y sobre todo y lo más importante
saber lo que yo quiero. Los resultados fueron muy gratificantes, el sufrimiento
ya no forma parte de mi visualización del futuro. Me dio mucho gusto saber que
ahora se cerraba un círculo pero se abría otro diferente y mucho mejor, … por
ese lado sentí tranquilidad. No pude decir más porque se me hizo un nudo en la
garganta y solamente la abracé y lloré. También comprendí que ahora ya expreso
mis emociones algo que no solía hacer”.
Y continúa diciendo:
"Mi camino es firme y con mucha luz, estoy consciente que habrá mucho más retos y situaciones que a lo mejor no serán del todo agradables, pero ahora los enfrentaré con mucho más tranquilidad y sin tanta preocupación.
En resumen haber tomado la decisión de una terapia fue lo mejor que hice a pesar de mi desesperación, darme cuenta que necesitaba ayuda porque las situaciones se me salían de las manos, el proceso fue largo y nada fácil, salieron mas áreas de oportunidad y este oportunidad de cambio dio como consecuencia encontrar lo que buscaba y no había encontrado CALIDAD DE VIDA y esto estaba en mis manos y lo tomé".
Creo
que estas palabras explican claramente lo que trato de exponer, y de lo
que mis dos amigas (la terapeuta y la paciente) seguramente deben sentirse
orgullosas del trabajo hecho, cada una desde su lugar.
El crecimiento personal no es una línea ascendente y recta, en la vida se tienen subidas y bajadas siempre, después del proceso no es la excepción, sin embargo contamos con nuevas capacidades, con recursos que antes no teníamos.
El crecimiento personal no es una línea ascendente y recta, en la vida se tienen subidas y bajadas siempre, después del proceso no es la excepción, sin embargo contamos con nuevas capacidades, con recursos que antes no teníamos.
Estos
sentimientos experimentados al concluir el proceso, no son exclusivos del paciente y poco se habla de lo que sentimos
los terapeutas. A veces pacientes y terapeutas tenemos sentimentos similares,
como terapeuta sentir que el paciente se va y tiene la capacidad de seguir sólo, de
confiar en que siempre hará lo mejor para sí mismo y que lleva sus propias herramientas es una gran satisfacción. Suele
ser muy emotivo le cierre de este viaje que emprendimos juntos y llegó el
momento de que cada uno continúe el suyo. En mi caso, mis terapeutas tienen un
lugar importante en mi corazón y cada paciente que llega a mi espacio también. Aunque muchas personas han pasado, llegan y se van, ninguno ocupa el lugar que otro dejó. Tengo la
plena confianza de que cada uno se fue de una manera distinta a como llegó y
que puede continuar su recorrido en esta ruta en la que tal vez nos volvamos a
encontrar, o tal vez no.
Llega el momento de despedirnos, con sentimientos muy frofundos, mezclados y
contradictorios, nos miramos, nos damos un abrazo, cerramos este ciclo de contacto, asimilamos lo aprendido, nos alejamos, nos despedimos.
El espacio y mi corazón quedan abiertos y disponibles para quien llegue nuevamente. Pero en este punto de nuestro encuentro, cierro la puerta y apago la luz…
Escrito por: Laura Fernández Torrisi
Etiquetas:PSICOTERAPIA
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1 comentarios:
estupendo un saludo laura
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