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Naucalpan, Estado de México, Mexico
♆ Dirigido a público en general, con temas seleccionados para el bienestar de la salud emocional, el desarrollo humano y la familia. También a la comunidad de mujeres con ENDOMETRIOSIS.Quisiera aportar, por este medio y contando con mi preparación académica, así como con mi experiencia de vida, y laboral, algo que pudiera ayudar a mejorar la calidad de vida de quien lo lea. Servir de orientación para quien desée realizar cambios positivos, o para buscar el apoyo adecuado en el momento que se requiera. PARA TODA PERSONA INTERESADA EN SU CRECIMIENTO PERSONAL.

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martes, 1 de marzo de 2016

El sentido del dolor y el camino a mi libertad - Testimonio: Ofelia Gudiño



Quiero hacer una breve introducción al testimonio regalado por Ofelia. En primer lugar porque la conozco, la aprecio y tuve el honor de acompañarla en el camino previo a este proceso (¡cómo olvidar el frasco de mermelada!...)
Y en segundo lugar porque este tema nos ocupa el día de hoy a psicólogos y abogados, cada vez son más los matrimonios que deciden no vivir juntos, y generalmente no se hace de la mejor.manera, y los afectados, casi siempre son los niños o el que menos posibilidades económicas tiene. En otro artículo escribiré sobre este tema, ahora no quiero robarle espacio a esta valiosa parte de tu vida querida Ofe, lo recibo con amor y en mi corazón, y tal como te lo prometí: lo hago público. Gracias de verdad por tu confianza y tu valor.
Me quedo con una agradable sensación al leer cómo has movilizado tu energía y cómo el sentido que antes no estaba, logró instalarse en tu vida.

Espero que sea útil para quien esté pasando por este proceso, y ojalá puedan apoyarse con un proceso terapéutico. Laura.

Les dejo las valiosas palabras de Ofelia:

“Los hijos nunca son responsables de tu divorcio y mucho menos culpables. Nada hicieron que pudiera afectar tu decisión o la de tu pareja.
Mucho tiempo paso antes de que yo pudiera enfrentar este largo proceso. Mucho tiempo en el que pude elaborar un largo duelo aún dentro del matrimonio. Quien toma la iniciativa ya lleva consigo un proceso caminado, ya ha pasado largas noches en vela sopesando los pros y contras de la situación, para siempre llegar al mismo punto: y mis hijos? Que si son pequeños hará falta su padre,(después descubrí que no es la imagen paterna sino la masculina o viceversa), que si en la adolescencia “etapa difícil” cómo los voy a controlar! Nunca es buen tiempo.
Cuando me di cuenta de que tras dos intentos u oportunidades de reintentarlo no quedaba vuelta atrás, mis hijos comenzaban la adolescencia, fue una gran sorpresa y un grande impulso el que aún ellos me ayudaron a tomar la decisión final.

Pasé mucho tiempo pensando en cómo los había “orillado” yo a ser parte de ese cambio, no quise hacerlos responsables de ello. Me sentí culpable: por haber “escogido” mal (introyecto familiar), por no haberles dado una infancia de ensueño (era mi obligación no? Introyecto familiar), aún más allá: no les heredaría nada (moralmente estaba frita y condenada por no heredarles, esto me lo dijo una hermana). En todo este mar de confusión, la única persona que me apoyó  fue mi papá, el costo fue mi libertad, ahora lo veo han pasado ya 3 años de su muerte y apenas soy libre por primera vez en mi vida. Sin mi papá jamás lo hubiera logrado.

Nunca me he arrepentido de mi decisión, mis hijos terminaron de crecer tal y cómo yo planee, me di completamente a la tarea de transmitir los valores que yo decidí, sacudí lo que no quería en ellos. Empecé por decirles que una familia siempre lo es, lo que sucede al separarse es un mero “tecnisismo” papá y mamá no viven en la misma casa pero siempre habrá una mamá, un papá y un hijo. Intenté la mayor de las veces no criticarlo, no sembrar odio en ellos hacia su padre. Dejé al tiempo la verdad, llegaría el momento en que cada uno podría acomodar en su interior al padre que necesitaba, al que había vivido. El estuvo muy largas temporadas ausente, culpándolos.

Hubo maltrato, a decir verdad aún es inverosímil tantos años de miedo y dolor. Violencia económica, psicológica, física, de género. Maltrato que estuvo muchas veces cargado de ironía, de burla frente a los niños. Denigrante. Fui un escudo intentando que no fueran mis hijos quienes sufrieran, pero tampoco oculté la verdad, fueron testigos de muchos duros momentos. Hubo miedo, impotencia y dolor. Mis hijos ya adultos, hoy dicen que ambos hablamos mal del otro, es cierto, yo recuerdo que me ridiculizó siempre frente a ellos. También les he pedido perdón, mil veces, hice lo que podía hacer en ese momento, prioricé lo mejor para ellos aún con una mente cegada por el miedo. No me justifico simplemente les he dicho: así fue, así sucedió para mí. Lo que nunca me ha quedado duda es que si los alejé fue por su seguridad en gran parte.

El decía que era mi obligación “hacer que sus hijos lo amaran y respetaran”, como si el respeto y el amor fueran un deber!!y aprendido además.
Hubo un juicio, un año y medio en tribunales, mis hijos declarando, en estudios psicológicos, un juez que no entendía nada. El abogado, yo también. Estudios “psicológicos” para todos. Él me acusaba de deprimida y el deprimido fue él en estos estudios. Yo era la fuerte, la dura en la percepción de mis hijos,” mala madre!!” dijo él, cómo no era yo la imagen fuerte si yo los mantenía, decidía, educaba?...al final, no fui merecedora de una sentencia de divorcio legal…yo hacía muchos años que emocionalmente ya lo había sentenciado. El papel? Cuando comprendí que de nada iba a servir puesto que nada hay, nada dio a sus hijos, quedé en paz.

Yo me fui, dejé la casa en que vivíamos puesta, perfecta. Todo se quedó ahí y también las historias de horror que ahí se gestaron. A veces el dulce néctar del olvido me acompaña, a veces algo dispara mis recuerdos. No quiero llenar de dolor mi vida, por eso olvido. Pasaron años antes de sugerirme siquiera la idea del perdón, antes tuve que entender, digerir y sanar algunas cuantas miles de cosas en mi vida personal apoyada en psicoterapia, estudiando mucho, sobreviviendo.

Y la vida te pone las cosas para culminar el aprendizaje que toca: dos de mis hijos se fueron a vivir con él, cada uno con motivos diferentes  y cada uno ha podido resignificar la relación con  su papá. Ahora me dicen que les gusta ver cómo puedo hablar por teléfono o verlo sin que discutamos o sin que yo muera de miedo. Yo nunca me di cuenta de que les era tan importante. Tampoco soy ahora controladora, respeto su decisión, los eduqué en libertad para tomar sus determinaciones, los amo y lo saben…de vez en cuando su papá me habla para darme quejas como “tu hija no arregla su recámara, son cosas de mujeres que tú debes arreglar.”... hace algunos años el hígado se me hubiera hecho paté de la rabia. Hoy simplemente me río, doy gracias por recordarme las infinitas razones por las que me fui, y sigo adelante…jamás regañaría a mi hija a control remoto por algo que no me afecta  y que en relación a ella no me es trascendente. Mi otra hija mantiene una relación muy lejana con su padre, francamente él solo tiene expectativas hacia ella, nunca escucha lo que ella logra, sus sueños...ni siquiera la ve. Y  ella, ahora adulto, entiende que el problema es de él, y que quien pierde con su actitud es él.

Sencillamente, me siento una buena madre, satisfecha por el deber cumplido de haber criado tres hermosísimos seres humanos, amorosos hijos … pese a su padre y pese a mis propias debilidades. Educar es sacar lo mejor de una persona, sacar de dentro, lo que ya se trae y sin duda lo logré. Hoy mi vida es muy diferente, libertad y paz, no sabría qué hacer sin ellos!! Y claro, sin las tres estrellas que rodean mi vida y que dieron tanto sentido a pesar del dolor”.
Ofelia Gudiño


Publicado por Laura Fernández Torrisi