Sinti-Endo

Los tiempos han ido cambiando, tal vez, hace unas décadas teníamos más tiempo para nosotros mismos, para convivir con la familia y los amigos. Ahora, el estrés de la vida diaria, el ajetreo de múltiples obligaciones, los traslados, la demanda de trabajar más tiempo, el vivir de prisa. Así como el comunicarnos de una manera distinta, por correo electrónico, por redes sociales, nos "acercan" a la gente lejana y nos llenan de "amigos" que no conocemos, con los que no conversamos, ni sabemos quienes son. La constante competencia por tener más y ser “mejores”, nos aleja de nuestro punto principal, de nuestro centro, de nosotros mismos. 

El dicho de todos los días: "no tengo tiempo", "si tuviera tiempo lo haría", "o cómo un anhelo: "ojalá tuviera tiempo..." Toda esta tensión nos va nublando, envolviendo.

El resultado es que los seres humanos nos estamos aislando, aún con muchos "amigos" virtuales y con la comunicación a la alcance de nuestros dedos nos sentimos solos. Esto, sumado a nuestro modo de vida, a la poca atención que nos brindamos, a nuestras experiencias de vida dolorosas y a los patrones aprendidos; en conjunto, ocasionan una serie de distorsiones y trastornos en nuestra vida, en nuestra relación con los demás. 

Nos alejamos de quien realmente somos, de lo que queremos, necesitamos y sentimos. Confundimos todo esto, tenemos dificultad para organizar nuestros pensamientos, para distinguir y priorizar necesidades, para darnos cuenta de nuestro aquí y ahora. Abundan en la actualidad los problemas de ansiedad, depresión, enmascarando enojo, angustia, soledad, sufrimiento, culpa, vergüenza.

La verdad es que cuando esto ocurre no sabemos qué hacer, cómo salir a flote. A veces recurrimos a pastillas, un paliativo que no resuelve el origen del problema. Tal vez eliminen las molestias, haya un alivio temporal, pero no son, por sí solas la solución.

A veces no podemos solos y nos cuesta entender que hay quienes pueden guiarnos con sus conocimientos y su calidad humana en este camino de búsqueda, que nada tiene que ver con “estar loco” como se dice comúnmente. Esta persona que sabe escuchar, entender, tener empatía y cuenta con los conocimientos, puede ser nuestra guía, para ayudarnos a darnos cuenta de cómo y para qué estamos haciendo las cosas. Para dejar de buscar culpables y hacernos cargo como adultos de nosotros mismos.

Este buen guía, el terapeuta, no dirá qué hacer, ni qué decisión tomar, sino estará cerca, atento, acompañando, brindará las herramientas necesarias para nuestro autoconocimiento, para expandir nuestro nivel de conciencia y aumentar nuestras capacidades. Para que logremos nuestro crecimiento convertido en autoapoyo.

No es nada fácil tomar la determinación, sacar fuerzas para ver de frente nuestra propia vida, para responsabilizarnos de nuestros actos y de nuestras omisiones. Para tomar las riendas y conducir, cosa que nadie puede hacer por nosotros. 

No es fácil dejar viejos y rígidos patrones, soltar mecanismos que ya no sirven, dejar de hacer MÁS DE LO MISMO. 

Pero si queremos un resultado diferente, tenemos que hacer algo diferente. Más de lo mismo: no sirve.

Muchísimas gracias por tomarte el tiempo de leer, en el próximo artículo te cuento sobre diversas corrientes terapéuticas, en caso de que desees en algún momento elegir la más adecuada para ti. 

Espero también tus comentarios y sugerencias de temas que te gustaría leer. Ojalá hagamos de este espacio una forma de hacer un buen uso de todo lo que la tecnología el día de hoy nos ofrece y pone a nuestro alcance.

Gracias nuevamente, ¡¡¡ bienvenida/o !!!

GRACIAS MARIAN POR TODA TU AMOROSA AYUDA!!!

                                                                                                           Escrito por: Laura Fernández Torrisi