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Naucalpan, Estado de México, Mexico
♆ Dirigido a público en general, con temas seleccionados para el bienestar de la salud emocional, el desarrollo humano y la familia. También a la comunidad de mujeres con ENDOMETRIOSIS.Quisiera aportar, por este medio y contando con mi preparación académica, así como con mi experiencia de vida, y laboral, algo que pudiera ayudar a mejorar la calidad de vida de quien lo lea. Servir de orientación para quien desée realizar cambios positivos, o para buscar el apoyo adecuado en el momento que se requiera. PARA TODA PERSONA INTERESADA EN SU CRECIMIENTO PERSONAL.

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martes, 2 de julio de 2013

LUZ Y SOMBRA… EL MISMO CAMINO… Por: Laura Fernández Torrisi


En nuestra vida nos gustaría desenvolvernos con total libertad, con la mente clara y abierta, tomando las oportunidades, fluir con la vida sin la menor resistencia, como si se tratara de una gran recompensa, con armonía, felicidad, alegría y plenitud. Pero nos limitamos y eso hace que no podamos tocar el sueño dorado tan plenamente como desearíamos. 
Es posible experimentar mayores niveles de realización, sin embargo, no es algo fácil ni surge sólo o de la nada, tampoco de forma casual. Tenemos que desear hacerlo, construirlo, permitir que brille la luz interior y soltar obstáculos. Permitirnos ver nuestra luz, así como las partes oscuras. VER claramente para reconocer y disolver la mentira y la ilusión en que estamos viviendo. Esto no es un juego, ni una cuestión de magia que se logra así, sin más. Implica principalmente tener el valor suficiente para ver de forma extensa, amplia lo que queremos cambiar.

Es necesario convertirnos en ese observador que por medio de vivir la experiencia, descubra todo aquello que se puede transformar, lograr más que una visión: claridad. 
Claridad para mirar el “como” estamos haciendo las cosas, los errores que estamos cometiendo, así como poder aquilatar el aprendizaje de todo lo que hemos hecho bien y ha funcionado en nuestra vida.
El proceso puede ser difícil, duro, nos obliga a enfrentar periodos de dolor, tristeza, soledad, desilusión; enojo y frustración por el tiempo y la energía dedicada a ciertas situaciones o personas, por nuestro desgaste, por todo lo que hemos permitido y por la falta de visión (o ceguera) que nos acompañó por tanto tiempo. 
No todos se atreven a vivir y afrontar estos procesos, se necesita valentía para experimentarlo. Estamos habituados a vivir en una zona confortable, bajo una nube de ensoñación, fuera de la realidad, creyendo que vivimos “la vida perfecta”. 
Poner los pies sobre la tierra nos enfrenta a tomar decisiones, con la finalidad de recimentar, construir nuevas bases, cerrar unas puertas, abrir otras, limpiar, tirar, restaurar y todo... sin detenernos ni detener el devenir de nuestra vida. Hacer esto cuesta, cansa, a veces enoja o desanima, entristece y aún con todo esto… seguir caminando, a veces sin tener un rumbo totalmente definido, pero ir trazando la ruta, el mapa. 

Mientras de un lado vemos la destrucción y el caos, por el otro vemos la luz de lo nuevo... todo de manera paralela, todo en el mismo tiempo y en el mismo espacio... un gran desafío. No hay orden sin que se produzca primero un caos… cuando esto sucede, hay conflictos, internamente ya hicimos una elección (y la sabemos) y el escenario que observamos no es más que su manifestación, su movimiento; pero en lo externo, nos sentimos confundidos e indecisos. Hay que acomodar las piezas, o pegarlas o restructurarlas, armar otra forma con lo que tenemos. 
¿Es este un proceso que permite cambiar? …
Dice la Teoría Paradóigica del cambio, desde la Gestalt que el cambio se produce cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. El cambio no tiene lugar por el intento coactivo realizado por el individuo para cambiar o por otra persona para cambiarlo, pero sí tiene lugar cuando la persona invierte tiempo y esfuerzo en ser lo que es -en entregarse plenamente a su situación actual-. Al rechazar la posibilidad de poder cambiar, favorecemos un cambio significativo y metódico. Duradero.

Soltar no tiene que ver con pasar por un túnel y aparecer mágicamente del otro lado. Tiene que ver con atravesar conscientemente, vivirlo, sentirlo y experimentarlo en toda su extensión. Conscientes de lo que dejamos y lo que queremos construir.
Cuando la luz es tenue, la visión es poca, pero cuando la luz es grande y fuerte ¡vemos todo!... Hay claridad… así es esto, mientras más luz generamos en nosotros, más claramente veremos nuestra realidad y las zonas que queremos y necesitamos transformar, así que si el caos es parte nuestra en ese momento, de pronto, nos sentiremos abrumados por la larga lista de cosas a modificar. Pensando y creyendo que nunca acabaremos, que no será posible lograrlo.
Parte del camino de crecimiento es liberar sufrimiento causado por nuestros pensamientos internos, sobre todo, por las culpas que surgen al elegir nuestros nuevos caminos, las culpas por lo que dejamos atrás, por expresar lo que sentimos y pensamos, las culpas que nuestro entorno (familia, amigos o conocidos) nos impone cuando intentamos buscar nuestra independencia, autonomía o libertad. 
El construir lo nuevo implica avanzar libres, soltando lo que nos ata a la vieja energía, a los viejos patrones, a las viejas creencias y maneras de hacer las cosas. Avanzar sin culpas, pero también sin miedo. Elegir conscientemente el territorio que queremos pisar, la ruta que queremos seguir, el camino que se antoja andar y las experiencias que queremos vivir. Conociendo también el arte de comunicar y expresar para lograr la libertad que deseamos compartiendo clara y directamente, con honestidad, autoridad y verdad, creando juicios, en base a nuestra claridad de pensamiento y visión, nuestras necesidades y límites.

Este proceso exige una mirada más profunda. Es difícil tomar consejos, la voz más importante, será la de nuestro corazón, la de la intuición, no tenemos que elegir entre caminos positivos o negativos, no hay buenos ni malos, solo hay una diversidad de caminos, diferentes para cada situación y persona, las preguntas serían ¿cuál es tu camino? ¿qué camino es congruente contigo y tu presente? ¿cuántos caminos puedes compartir con otras personas y cuántos tienes que caminarlos tú sólo? ¿cuáles te hacen crecer y cuáles te detienen o te quitan energía? ¿a dónde quieres llegar? 
Todo esto para conocernos a profundidad, resolver el presente y así seguir construyendo hacia adelante. Formar nuevas alas que puedan volar en plena libertad, sin culpas, reconociendo perfectamente el camino que seguimos, y quienes nos acompañarán en él, no quedar anclados en lo viejo. No podemos pretender llevarnos a un nuevo espacio las viejas cargas.

Se necesita estar tranquilo, confiado en que solo son ajustes se necestan hacer y si bien, esto no es nada divertido ni fácil, tal vez en poco tiempo, se podrá vivir lo liberador de todo este proceso. Caminar por dos veredas, la de la luz y la de la sombra, en un solo camino, con una amplia visión, sabiendo que puedes transitar por ambas a la vez.

Por: Laura Fernández Torrisi



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