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Datos personales
- Psic. Laura Fernández Torrisi
- Naucalpan, Estado de México, Mexico
- ♆ Dirigido a público en general, con temas seleccionados para el bienestar de la salud emocional, el desarrollo humano y la familia. También a la comunidad de mujeres con ENDOMETRIOSIS.Quisiera aportar, por este medio y contando con mi preparación académica, así como con mi experiencia de vida, y laboral, algo que pudiera ayudar a mejorar la calidad de vida de quien lo lea. Servir de orientación para quien desée realizar cambios positivos, o para buscar el apoyo adecuado en el momento que se requiera. PARA TODA PERSONA INTERESADA EN SU CRECIMIENTO PERSONAL.
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martes, 21 de enero de 2014
¿PERDONAR Y OLVIDAR? Reconstruir y vaciar... Por: Laura Fernández Torrisi
Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. (J.L. Borges)
Somos nuestra memoria, nuestras experiencias, nuestra historia. A veces nos ponemos en una gran disyuntiva, entre qué guardar y qué dejar ir. Qué sirve y que ya no nos sirve.
Muchas veces nos empeñamos en acumular… Imagina tu casa o un cajón donde sólo quieras guardar; o una simple taza si te dedicaras sólo a querer llenarla de lo que sea… ¿Qué pasaría? Por supuesto llegaría el momento en el no cabría nada, ni un alfiler.
En nuestra vida solemos hacer eso: guardar, y no querer soltar, no querer olvidar. Muchas veces no sólo lo que es nuestro, lo que nos pertenece, sino lo de otros. Volviendo al ejemplo de la casa, es como si a parte de nosotros, los demás pudieran entrar y dejar sus cosas allí, todo lo que se les ocurra, lo que no les sirve, e incluso la basura.
Porqué cargamos con todo, nos llenamos de cosas negativas, de malos recuerdos, de culpas. Si no te lo has preguntado, tal vez sea el momento de hacerlo. De mirar dentro del cajón o de la taza y ver qué hay ahí adentro.
Siempre que percibimos una situación como injusta, violenta, o simplemente no comprendemos porqué pasó, porqué nos tocó vivir esto, intervienen generalmente estos elementos:
- El perjuicio causado con el daño, la herida, las palabras o la acción violenta o injusta.
- El dolor, el sentir que tienen con nosotros una deuda; o sentimientos negativos como ira, frustración, amargura, odio, rencor y culpa que acompañan el recuerdo de la experiencia y que no nos permite liberarnos emocionalmente de aquella persona que nos causó el daño.
- La liberación o anulación de la deuda, la satisfacción, reparación, reconciliación, o el olvido y el perdón. El no pensar en el desquite o la venganza. Cuando perdono libero al otro de la deuda que tiene conmigo, no lo justifico, ni lo eximo de las consecuencias de sus actos, solo me retiro y ME libero.
- El sentirme culpable y/o avergonzado por algo que hice o algo que no hice.
Los hechos ocurrieron en un tiempo, un espacio, de una manera y a eso le agregamos el significado que nosotros le dimos a esos hechos, nuestra simbolización. Esto es lo que nos hace sufrir. Cada vez que lo recordamos, que lo traemos al aquí y al ahora le damos otra significación y seguimos sufriendo igual o más que cuando ocurrió. Lo agrandamos e imaginamos lo que hubiera pasado, lo que pensarán los demás, lo que hubiera podido hacer o no hacer, decir o no decir… en fin, todo lo catastrófico que pueda rodear el hecho.
Es el cómo cada quien ve, oye, siente y percibe la experiencia y como lo graba en su memoria, como una foto o un video; acompañada de las reacciones corporales, conductas y emociones ligadas a esa experiencia. Esto nos hace sufrir y nos ancla con la situación y con aquel que nos hizo o que creemos nos hizo daño.
La forma de percibir los hechos depende de nuestra personalidad, de nuestra experiencia, de nuestras emociones, de nuestro pensamiento y de nuestra capacidad de afrontar y resolver nuestros problemas. De nuestra necesidad de controlar y manipular con estos hechos, de obtener atención y nuestra poca tolerancia a la frustración.
También de la decisión, deseos y voluntad que ponemos para cambiar el recuerdo de esa experiencia vivida u OLVIDAR.
Si seguimos girando en torno a lo que nos dolió o nos dañó en el pasado la herida permanece abierta, no se cura, el sufrimiento sigue (por elección).
Podemos convertimos en personas angustiadas, resentidas, víctimas, frustradas, amargadas, malhumoradas, temerosas, pesimistas, solitarias, obsesivas, culpables, agresivas, conflictivas y con diversas enfermedades.
El recuerdo y las emociones negativas, nos causan estos problemas físicos y emocionales, dañan también nuestra relación con las personas cercanas.
Para liberarnos de la pesada carga de todo lo que acumulamos, del exceso de recuerdo o el recuerdo selectivo, el que lastima y limita, es necesario limpiar la herida, permitir que sane, cierre y cicatrice. Es necesario aclararnos para sanar y después liberar y liberarnos. Perdonar, perdonarnos y olvidar. Es como si pudiéramos editar esa foto o ese video, cambiarle el final.
Olvidar permite liberar nuestra conciencia y el dolor que acompaña las experiencias dolorosas.
No hay un tiempo para esto, cada persona tiene su tiempo para este proceso. Los hechos y las circunstancias no las podemos cambiar, pero si la forma de experimentarlo. Podemos transformar el recuerdo, resignificar (dar un nuevo significado a lo vivido) y después olvidarlo.
Es comienzo de un nuevo año, de un nuevo ciclo, sería bueno que pudiéramos empezar con energía renovada, con espacio libre para dejar entrar lo nuevo, tirar lo viejo.
Comenzar haciendo una revisión de lo que nos ocupa, de lo que ocupa nuestra memoria emocional y corporal, nuestra mente, nuestros sentimientos, nuestra vida.
Encontrar espacio disponible, libre para seguir escribiendo nuestra historia, sin cargas, sin culpas, sin culpar, sin explicaciones, sin porqués…
Cambiar el final, para seguir construyendo la historia que queremos, nuestra historia única y personal.
Un antiguo relato del budismo Zen cuenta que según una vieja leyenda, un alumno va de visita a la casa de su maestro Zen. Al llegar se presenta a éste, contándole de todos los títulos y aprendizajes que ha obtenido en años de sacrificados y largos estudios.
Después de la presentación, le explica que ha venido a verlo para que le enseñe los secretos del conocimiento Zen.
Como respuesta el maestro se limita a invitarlo a sentarse le ofrece una taza de té.
Aparentemente distraído, sin dar muestras de mayor preocupación, el maestro vierte té en la taza del alumno, y continúa vertiendo té aún después de que la taza está llena.
Consternado, el alumno le advierte al maestro que la taza ya está llena, y que el té se escurre por la mesa.
El maestro, deja de servir el té y le responde con tranquilidad: "Exactamente. Tú ya vienes con la taza llena, ¿cómo podrías tú aprender algo? Me pides que yo te de mi conocimiento… para que yo lo haga, primero tienes que vaciar tu taza. Para que una taza sirva como taza, debe estar vacía.
Ante la expresión incrédula del alumno el maestro enfatizó:
"Y a menos que tu taza esté vacía, no podrás aprender nada"
Siempre es tiempo de reconstruir y vaciar nuestra taza...
Escrito por: Laura Fernández Torrisi
Etiquetas:PSICOTERAPIA,SALUD Y EMOCIONES
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2 comentarios:
Un gran análisis Laura... gracias por compartir tus conocimientos y experiencia.
Gracias Aritta por estar aquí!!
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