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Naucalpan, Estado de México, Mexico
♆ Dirigido a público en general, con temas seleccionados para el bienestar de la salud emocional, el desarrollo humano y la familia. También a la comunidad de mujeres con ENDOMETRIOSIS.Quisiera aportar, por este medio y contando con mi preparación académica, así como con mi experiencia de vida, y laboral, algo que pudiera ayudar a mejorar la calidad de vida de quien lo lea. Servir de orientación para quien desée realizar cambios positivos, o para buscar el apoyo adecuado en el momento que se requiera. PARA TODA PERSONA INTERESADA EN SU CRECIMIENTO PERSONAL.

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miércoles, 5 de noviembre de 2014

VIVIR CON MIEDO - Por: Laura A. Fernández Torrisi

VIVIR CON MIEDO
*Laura Adriana Fernández Torrisi

Dedicado a mis alumnas y alumnos

Hablaré del contenido del capítulo Patricia vengadora; perteneciente a la serie Mujeres Asesinas[i], lo elijo por ser un caso real en el que claramente se muestra el uso de la violencia por parte del hombre, hacia toda su familia; por ser un material que puede ser didáctico, tanto en clase como en supervisión y está disponible en la red. El machismo. El abuso sexual hacia su hija pequeña (posiblemente también hacia su hijo) y el acoso constante a la niña hasta su juventud. También hablaré de la dinámica familiar, el papel de la madre, del hermano y del protagonismo del secreto. De la participación de la psicóloga tratante y el diagnóstico psicopatológico de Patricia, la protagonista, que llega a su límite, tras la muerte de su hermano y asesina a su padre. En un artículo publicado anteriormente,[1] abordé conceptos como: violencia, feminicidio, machismo, misoginia y violencia de género, por lo que no repetiré estos términos, sino que los complementaré. Iré desglosando la experiencia vivida por Patricia, los sentimientos que surgen en ella y la relación familiar; el trabajo terapéutico, así como los sucesos e  interacciones que afectan su personalidad hasta llegar al extremo  de matar como resultado y solución a su gran miedo e impotencia. Matar como escape de lo para ella era un  callejón sin salida.

*Laura A. Fernández Torrisi. Psicóloga. Psicoterapeuta Humanista Gestalt. Docente en la Licenciatura en Psicología LX – UVM
“En lugar de un paciente aquejado de una
patología, el enfoque es ahora de una familia en
situación disfuncional”
S.  Minuchin

El tema es, como lo menciona el título, “vivir con miedo” y sus consecuencias en la personalidad. Empiezo entonces por definir qué es el miedo y cómo pueden afectar las situaciones traumáticas a la personalidad. Este sentimiento el miedo, nos prepara para luchar o huir, su objetivo es la protección; o nos paraliza, dejando terribles consecuencias, sobre todo cuando se trata de la niñez.
En el caso de la protagonista, Patricia, el miedo se mezcla con ansiedad, provocándole enuresis cada vez que se siente amenazada, así como la imposibilidad de relacionarse de una manera sana y funcional y vivir su sexualidad en pareja. A pesar de sentirse amada, segura y confiada, se paraliza ante el miedo y la ansiedad que le provoca el coito, debido a sus experiencias previas, ligadas a los repetidos contactos sexuales con su padre, por medio de la coerción. Se mezclan también sentimientos de afecto y vergüenza. Se observa el abuso de poder, la culpa, el “pago” de las faltas cometidas y la obediencia característica del más vulnerable. Se observa la doble moral del padre que sanciona conductas, castiga las faltas de otros, pero se permite todo a sí mismo. Este miedo se fusiona con sentimiento de abandono y soledad. El miedo mezclado con impotencia, enojo y agresión contenida lleva a Patricia querer suicidarse, sin que aparentemente, nadie lo note y nadie haga nada.
La protagonista fue finalmente diagnosticada con un trastorno de personalidad, por lo que me parece importante explicar qué significa esto. Personalidad deriva del griego (prósopon) y del latín (personare, persona), originalmente era sinónimo de “personaje”, y se designaba con ello la máscara utilizada por los actores de teatro que les permitía no sólo amplificar su volumen de voz, sino también ocultar su verdadero rostro (Polaino-Lorente, Cabanyes y Armentia, 2003). 
Según Millon y Davis (1998), su significación ha ido cambiando a lo largo del tiempo. El término persona perdió la connotación de ilusión y pretensión, y empezó a representar no la máscara, sino la personal real, sus características aparentes, explícitas y manifiestas. Con el paso del tiempo, el término de personalidad ha adquirido un último significado que se centraría en las características psicológicas más internas y ocultas del individuo, siendo este significado el más cercano a su uso contemporáneo.
La personalidad podría considerarse como un patrón complejo de pensamientos, sentimientos y conductas característicos que distinguen a las personas entre sí, que persisten a lo largo del tiempo y se manifiestan en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo (Caballo, 2001; Caballo, 2004). Estos rasgos intrínsecos serían una compleja mezcla de factores temperamentales (determinados por la biología) y caracterológicos (determinados por el ambiente). Según el DSM-IV-TR, los rasgos de personalidad son “patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales” (APA, 2002) Solo cuando estos patrones son “inflexibles” e inadaptativos y ocasionan alteraciones importantes del funcionamiento social u ocupacional o tensión subjetiva, constituyen un trastorno de la personalidad. (Goldman, 2000)
La diferencia entre una personalidad normal y una personalidad patológica no está clara, Millon y Escovar (1996) señalan que los individuos poseen una personalidad sana, cuando se muestran capaces de afrontar las exigencias ambientales de un modo flexible y cuando sus percepciones y conductas fomentan una mayor satisfacción personal. Por el contrario, podremos hablar de un patrón patológico o desadaptativo cuando las personas respondan a las dificultades de la vida de forma inflexible o cuando sus percepciones y conductas dan lugar a un malestar personal o una reducción de las oportunidades para aprender y crecer.
Tal como lo menciona el DSM IV, un trastorno de personalidad “es un patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o prejuicios para el sujeto". DSM-IV-TR (APA, 2002),

Respecto a la etiología de los trastornos de la personalidad se pueden mencionar, entre otros dos importantes aspectos. El primero reúne aspectos psicosociales, como la posible separación o pérdida parental, una implicación parental alterada y abuso físico, psicológico o sexual durante la infancia. El segundo incluiría factores genéticos, como historia familiar de antecedentes psiquiátricos, aspectos temperamentales y disfunciones neurobiológicas y/o bioquímicas (Díaz, 2001).

Miedo y ansiedad
El miedo y la ansiedad son experiencias emocionales diferentes. El miedo es muy desagradable y tiene una función imperiosa orientada a la supervivencia, a provocar que se escape del peligro, es una respuesta a un estímulo específico. La intensidad de estas respuestas, así como el grado de activación ante nuevos estímulos y la vulnerabilidad al pánico o a paralizarse, varían entre un individuo y otro. El miedo viene acompañado de enojo y activa a la persona para una intensa actividad y la ansiedad provoca confusión en los procesos cognitivos que dominan la conciencia y la atención se vuelve difusa. 
Marina define el miedo de esta manera: “Un sentimiento desagradable, aversivo, inquieto, con activación del sistema nervioso autónomo, sensibilidad molesta en el sistema digestivo, respiratorio o cardiovesicular, sentimiento de falta de control y puesta en práctica de alguno de los programas de afrontamiento: huida, lucha, inmovilidad, sumisión… y ello porque el sujeto se encuentra ante la presencia de un peligro”. (Marina, 2006)
La ansiedad es una respuesta a situaciones simbólicas, psicológicas o sociales, en vez de a la presencia física inmediata de peligro. Es una respuesta ante la incertidumbre que surge cuando la propia integridad, de coherencia, de continuidad, se ve amenazada. 
También Marina argumenta que el miedo produce un triple estrechamiento de la conciencia. 
· Corporal: el cuerpo se percibe como una vivencia opresiva.
· Psicológica: el mundo sólo se ve como un lugar de amenazas.
· Conductual: todas las energías se concentran en un único objetivo: estar en alerta máxima, prestos a huir.
El más frecuente de los miedos:
· Miedo a nuestros semejantes.
· Miedo a su mirada.
· Miedo a su evaluación.
¿Cómo se aprende a ser miedoso? Hay cuatro tipos de aprendizaje, según Marina:
· Los sucesos traumáticos experimentados por el individuo.
· Sufrir daños penosos y repetidos: humillaciones, agresiones.
· Aprendizaje social, por imitación de modelos familiares y sociales.
· Asimilación de mensajes alarmantes. (Marina, 2006)

La dificultad de vivir los miedos poco espectaculares que estrechan la vida como el miedo a las escenas violentas, a las situaciones conflictivas, al aburrimiento, a la soledad, a la destrucción del mundo próximo, al desorden; miedo a tomar posturas firmes. Si se tiene sensación o sentimiento de miedo, es ese sentimiento lo que va a guiar las acciones futuras.Nuestra naturaleza nos provee como mencioné, de ambos aspectos: primero con una acción que hace que podamos huir de forma efectiva, sin pensar ni reflexionar, de un lugar donde hay un peligro, y también nos provee de ese beneficio adicional de mantener en nuestra mente algo que nos recuerde esa fuente de peligro. Por ello, cuando reflexionamos sobre el por qué de nuestras decisiones, observamos que estas tienen que ver con la forma con la cual adherimos una emoción (no necesariamente el miedo, sino placer, rechazo, etc.) a un objeto particular. 
En la historia de Patricia el aprendizaje se caracteriza por lo imprevisible y por la ausencia de control interpersonal, que puede producir muchas ansiedades interpersonales, incluidos el miedo a la intimidad y el miedo a perder el control, el miedo a su padre. Cuando el miedo se evoca, la acción se detiene. Esto es lo que ella experimenta, por ejemplo con su pareja, con su padre y con su enuresis como respuesta.

Vergüenza
La vergüenza es una respuesta emocional y de valoración negativa de uno mismo, inherente a lo que uno es, cómo es y qué hace. Se relaciona con sentirse expuesto, carente de dignidad y valía, implica sentirse visto con desprecio o inferior ante los ojos de otro. Está directamente ligada al miedo, el miedo a la no aceptación de los demás. La vergüenza es una emoción central, fundamental, que está relacionada con la propia valía como persona. Cuando el rechazo, la burla, el desprecio o la transgresión es de parte de las personas significativas, se internalizan y se dirigen al sí mismo, entonces los sentimientos de vergüenza se generan intrapsíquicamente. Patricia se siente inadecuada y sucia.
Marina así lo define: “la vergüenza es una pasión que excita una turbación en el ánimo por la aprehensión de algún desprecio, confusión o infamia que se padece o se teme padecer. Es un desencadenante del miedo. Tenemos miedo a sentir vergüenza como lo tenemos a sentir cualquier otro dolor”. (Marina, 2006)
Las creencias que nos someten al pensamiento angustioso son:
· Responsabilidad exacerbada: nos sentimos responsables de todo lo malo.
· Perfeccionismo: todo lo debemos hacer con una gran perfección, sin dejar nada al azar, a la improvisación.
· La creencia en la propia impotencia: esto revela una profunda falta de confianza en sí mismo.
· La creencia en la incontrolabilidad de los acontecimientos: baja tolerancia a lo ambiguo e imprevisible.
Emociones de desprecio y asco juegan un papel central en la generación del sentimiento de vergüenza. Primero estos sentimientos de desprecio y asco están dirigidos a un objeto que se ve como ofensivo. El asco se da en función de estar demasiado cerca de un objeto que no se puede digerir y conlleva el deseo de expulsar esa sustancia ofensiva, se siente en función de cualquier cosa que se perciba como ofensiva y sucia, incluyendo pensamientos, valores y personas. Algunas personas muestran asco ante actividades sexuales o ideas eróticas. 
El desprecio y el asco cuando se dirigen hacia una persona, debido a la trasgresión de límites y normas, sirven, igual que el enojo, para fomentar la separación y la fijación de límites bien definidos, sin embargo, cuando se internalizan, y se dirigen al sí-mismo, producen sentimientos de vergüenza, auto rechazo y autoaversión. (Greemberg y Pavío, 2003). Tal como lo explica Yontef, la sensación de vergüenza generalmente se remonta a una edad muy temprana. Se basa en los primeros esfuerzos y experiencias que tiene el niño en la interacción con los demás. La familia transmite las expectativas culturales, éticas, religiosas, de conducta, de pensamiento, etc. También expresa al niño qué afectos son bienvenidos en ese sistema, los estilos emocionales y de comunicación. La reacción de vergüenza se engendra porque esta niña tiene la necesidad de tener padres que la cuiden y la quieran tal como es, si esto no ocurre, asumirá que la culpa es suya por no ser lo suficientemente buena, y este será el principal ingrediente del proceso de vergüenza. (Yontef, 1997)

Culpa
La culpa está ligada al sentimiento de haber hecho algo mal, de haber obrado mal. De haber herido a alguien o de violar algún código moral, ético o legal, y como consecuencia tener que pagar por eso. Tiene que ver con lo que hago, o con algo que otros hacen o hicieron. Lleva al arrepentimiento, al remordimiento. La culpa se produce con más frecuencia cuando se provoca con actos agresivos u hostiles, o relacionados con la sexualidad, ya sea con transgresiones cometidas o permitidas en este contexto. 
La sanción para la culpa es el castigo. Es claro en Patricia como alivia su culpa de niña, cumpliendo con el castigo que su padre le impone para obtener su perdón. En términos arquetípicos la culpa es la mutilación, Patricia intenta suicidarse cortándose las venas. 
Según lo menciona Yontef, la sanción por la vergüenza es el abandono, incluso el abandono físico. (Yontef, 1997) Creo que hasta aquí podemos tener un claro panorama, de las causas que fueron llevando a Patricia de la mano hasta el lugar donde finalmente se coloca al matar a su padre.

El incesto
Es quizá la más cruel e incomprensible de las experiencias humanas. Representa la traición de la confianza más básica, entre el niño y el padre o la madre. Emocionalmente es devastador. Los niños pequeños se convierten en víctimas en situación de total dependencia de sus agresores, no tienen a dónde ir, ni a quién recurrir. (Forward, 1990). En pocas palabras, indefensión. Las figuras que deberían proteger son las que se convierten en agresores, en el caso de Patricia, el padre y la madre. El incesto traiciona, destruye el corazón y la inocencia de esta niña. Ella confunde el amor de su padre con la intimidad, es seducida y lo complace en sus peticiones. Pero algo en ella sabe que está mal y el daño psicológico es demasiado grande. (Lammoglia, 2004)
Patricia se encuentra en una prisión llena de sucios secretos, que le pesan inmensamente y nunca supo qué hacer con ellos, ni donde depositarlos, ni como acomodarlos en su interior.

La familia, el secreto
La familia juega un papel fundamental, desde la manera en la que se relacionan entre los miembros, como se dan los vínculos, los roles que cada uno tiene y el tipo de comunicación. Es difícil, sino que imposible que el incesto se de en familias abiertas y comunicativas, donde el amor se da sin restricciones. En cambio sí se da, en aquellas donde hay aislamiento emocional, secretos, necesidades afectivas, estrés, violencia y faltas de respeto (Forward, 1990) por medio de la coerción psicológica en la relación, en este caso, padre/hija. El padre la obliga a relacionarse sexualmente con él, como un modo de “disciplina”. Después de alguna falta cometida por la niña, es la forma de castigarla y el medio por el que Patricia puede ser perdonada por él. El padre ejerce la violencia, el poder, la coerción, enfurece, castiga, y con gran “benevolencia” otorga el perdón.
Los niños por naturaleza son afectuosos, confían en sus padres. Aquí se da constantemente un doble vínculo, un doble mensaje, una doble moral muy común en las familias mexicanas
La niña siente culpa y mucha vergüenza, se siente sucia, creo que no hay otra vergüenza tan profunda como esta, hay que guardar el secreto, la única manera en que ella puede sobrevivir a este trauma, es encubriendo, hundiendo estos recuerdos, tan profundamente que a veces nunca afloran, como ocurre en su trabajo terapéutico, nunca lo dice.

La negación surge en la madre, puede tener su motivación en la necesidad de mantenerse a si misma delante de un miedo cada vez mayor de destrozarse. Así como evitar que su frágil self sea aplastado por la realidad. La madre sabe, o por lo menos percibe que esto está pasando, se convierte en cómplice silenciosa, ciega. El incesto y la violencia están allí, ella prefiere ordenar la casa, cocinar, aplacar, decir no pasa nada, en un fallido intento de proteger a sus “pequeños” que ya no son pequeños y protegerse. En el caso de Patricia, ella le dice a su madre lo que está pasando, intenta suicidarse, y aún así la madre no la ve, no la escucha, por lo que esta chica es doblemente traicionada y doblemente violada. Parecía que a su madre nada la movía de su planitud emocional, de su terrible dependencia, (que tampoco quiere ver), de sus miedos, aspectos con los que su hija la confronta abierta y directamente.
Con el hermano, que también es víctima de violencia por su homosexualidad, Patricia sostiene una relación entre iguales, muy afectiva, estrecha. Es una relación de soporte. Su hermano es la única persona en la que ella puede confiar, y el único en el que encuentra apoyo, le brinda seguridad, cuidado y comprensión. Es un pilar fundamental, que al caerse la devasta, la hunde en la tristeza, el enojo y la culpa. El vacío que deja su hermano, se convierte en el motor para abandonarse, abandonar todo. Limpiar y limpiarse y no sólo con el agua.

La experiencia vivida por Patricia de niña
A los niños les cuesta mucho expresar el enojo, no es una expresión directa de los sentimientos de ira, sino más bien la evitación de los verdaderos sentimientos. Dado que los sentimientos heridos son tan comúnmente sepultados bajo una capa de sentimientos de enojo, es muy amenazador y difícil para los niños, y también para los adultos, traspasar la corteza de los sentimientos de enojo para permitir la plena expresión de los auténticos sentimientos subyacentes, como el miedo.
Por cada temor que el niño expresa abiertamente, hay muchos otros que se guarda. En nuestra sociedad, tener miedo es sinónimo de cobardía. Cuando veo niños con conductas agresivas, (en el caso de Patricia, intentó suicidarse a los 14 años), comportamiento retraído o síntomas físicos (la enuresis), es frecuente que afloren muchos temores que han mantenido ocultos. Los niños necesitan hablar de estos miedos. Sólo cuando pueden ser mirados abiertamente, el niño puede adquirir la fuerza para enfrentar un mundo que a veces es aterrador”. (Oaklander, 2007). En este caso, la niña no encuentra apoyo verdadero en el entorno (excepto en su hermano), ya que su madre no la ve, no la escucha, se muestra evasiva, conciliadora, justificante, cómplice.
Para estos niños, la soledad llega como una abrumadora percepción de que en ninguna parte hay apoyo – que las personas de quienes dependen para su supervivencia, abrigo, afecto e interés, sólo pueden entregar la más mezquina atención a sus necesidades.
En esta situación, los niños también se sienten desamparados. No tienen ningún otro sitio donde ir, no hay nadie más a quien recurrir y nadie, incluyéndose a sí mismos, puede satisfacer sus necesidades. La respuesta del niño a este abrumador sentido de soledad es la angustia”. (Oaklander, 2007)

Rogers, así explica el sí mismo, como el “conjunto de percepciones o imágenes relativas a nosotros mismos admisibles a la conciencia. Es una porción del campo fenoménico total del individuo”.La estructura del yo emerge en forma gradual de la interacción del organismo y el ambiente. Aquellas experiencias que parecen aumentar el yo son valuadas e incorporadas a la imagen de sí mismo, aquellas que parecen amenazar al yo son negadas y son consideradas ajenas a éste. El autoconcepto es una porción del campo fenoménico que se ha diferenciado en forma gradual. El autoconcepto es la imagen que el individuo percibe de sí mismo. Un individuo puede experimentar cualquier expresión de enojo como mala y por consiguiente dejar de percibir con precisión que a veces su expresión es satisfactoria. En esos casos, la experiencia del yo y la del organismo no coincide. En la estructura del yo se desarrolla la disociación entre organismo y “self”. 
Llega un momento en el que los valores del niño no son calibrados conforme al criterio de su tendencia actualizante, sino conforme a criterios de otras personas. Las valoraciones de los padres entran a formar parte del propio campo perceptual, con la negación de los propios valores y la distorsión de otras experiencias. En el momento en que esto ocurre, se puede decir que se sienta la base de un concepto de sí mismo poco realista y falso, ya que no coincide con la experiencia.

Las dos versiones de este proceso:
a)- Introyección de valores: Las actitudes de otras personas llegan a experimentarse como propias a costa de distorsiones. El concepto de sí mismo va forjándose a partir de este doble sistema. Por un lado, las experiencias directas del individuo, y por otro aquellas simbolizaciones distorsionadas de experiencias incompatibles con él, que tienen como resultado la introyección de valores ajenos.
Así empieza el desajuste emocional, se empieza a negar la experiencia, a guardar silencio, por vergüenza y por miedo. Miedo al rechazo, a no ser aceptada, a no agradar a los padres.

b)- El desarrollo de las condiciones de valor: La expresión de consideración positiva por parte de una persona-criterio puede llegar a ser más obligante que el proceso de evaluación organísmica, y el individuo puede llegar a depender más de la consideración positiva de otras personas, que de las experiencias positivas para la actualización del organismo. En el momento en que el niño necesita considerarse positivamente a sí mismo. Llega a amarse del mismo modo que cree ser amado por los padres, pero independientemente de los mismos. Cuando el niño busca o evita determinadas experiencias únicamente por ser dignas o no de su propia consideración positiva, entonces podemos decir que ha establecido unas condiciones de valor. (Fernández Torrisi, 2003)

Obstáculos en el desarrollo
Los obstáculos empiezan a presentarse en la niñez y son aspectos normales del desarrollo. Lo que el niño aprende en una etapa como algo benéfico tiene que revaluarse en etapas posteriores. Lo que predomina en la primera infancia puede inhibir más tarde el desarrollo de la personalidad.
Las conductas o actitudes que niegan algún aspecto del sí mismo, porque tienen menos o más mérito para la autoconsideración, se llaman condiciones de mérito y constituyen los obstáculos fundamentales para la percepción exacta y el conocimiento realista. Son lentes y filtros selectivos que tienen por objeto asegurar el afecto de los padres y de otras personas. Aceptar ciertos sentimientos y permitir que se expresen cuando ocurren es más saludable que negarlos o repudiarlos. El desarrollo se entorpece cuando la persona niega las cosas que difieren del concepto de sí mismo “artificialmente” bueno. Por mantener la falsa imagen de sí mismo, la persona distorsiona constantemente las experiencias, formadas en base a negaciones o distorsiones. (Fernández Torrisi, 2003)

La diferencia
Varios autores como Maslow, Frankl, Allport, Rogers, entre otros, hablan de la capacidad que tenemos los seres humanos para salir adelante de la adversidad, hacia la autorrealización, hacia un sentido de vida, o una tendencia actualizante que nos impulsa a hacer lo mejor para nosotros. Otros autores como Sirulnik, Vanistendael y Poletti, hablan de Resiliencia como la capacidad de proteger la propia integridad ante fuertes presiones y de crear una vida digna de ser vivida a pesar de las circunstancias adversas. No quiere decir que las personas resilientes no se van a topar con adversidades, sino que cuentan con las herramientas y habilidades necesarias para salir bien librados de ellas. El temperamento (herencia) y las experiencias vividas, claro que juegan un papel muy importante en nuestro desempeño, pero los seres humanos poseemos la capacidad de autodeterminarnos, de elegir como queremos vivir nuestra vida. En esta historia, se ve una diferencia, por ejemplo, entre ella y Marcelo, su hermano. Él aparentemente tiene más fortaleza emocional y está capacitado para tomar decisiones buenas para su vida, aunque evidentemente también está muy afectado por la situación familiar, por la situación de su hermana y fue testigo de los abusos cometidos por su padre hacia su hermana y siente la responsabilidad de cuidarla. La necesidad de protegerla, tal es así que le cuesta la vida. Pero es evidente que hay una diferencia en la estructura de la personalidad de ambos.

Menciona Boris Cyrulnik que “para curar el primer golpe, es preciso que mi cuerpo y mi memoria consigan realizar un lento trabajo de cicatrización. Y para atenuar el sufrimiento que produce el segundo golpe, hay que cambiar la idea que uno se hace de lo que le ha ocurrido, es necesario que logre reformar la representación de mi” . 
Que en Patricia la cicatriz nunca sea segura, marca una brecha en el desarrollo de su personalidad, un punto débil que siempre puede reabrirse con los golpes que la vida decida propinar. Esta grieta obliga a trabajar incesantemente en su interminable metamorfosis. Sólo entonces podrá llevar una existencia bella y sin embargo frágil, pues jamás podrá olvidar su pasado. No obstante, podrá pensar en ese pasado de un modo que le resulte soportable. Esto significa que la resiliencia, el hecho de superar el trauma y volverse bello pese a todo, no tiene nada que ver con la invulnerabilidad ni con el éxito social. 
Esto explica brevemente el cómo afectó a Patricia no poder hablar de su historia, guardar el secreto de la familia, y el que en su trabajo terapéutico no se hubiera profundizado en esto. Su trauma quedó guardado por el profundo dolor que le causaba, su madre prefirió no verlo, y a su doctora (en mi opinión) le faltó la dirección y la potencia necesarias para llevar este trabajo.


El trabajo terapéutico
El trabajo terapéutico <para mi> no fue el adecuado, la psicoanalista, es una persona sumamente distante, sin calidez y hasta parece poco <o nada> empática. Creo que faltó potencia en sus intervenciones y un acompañamiento real a Patricia, para que ella pudiera encontrar el ambiente adecuado de confianza para hablar de algo tan íntimo y delicado como sus secretos. Los secretos de su familia. No se menciona como se manejó el intento de suicidio, pero ya desde ahí, se debió haber actuado adecuadamente. Percibo que, en cierta forma la terapeuta juega un rol parecido al de la mamá de Patricia, prefiere no ver.
En lo que la terapeuta, su doctora pudo haber ahondado, es en estos sentimientos que menciono, el miedo, la vergüenza, la culpa principalmente, para poder llegar a desenmascarar el secreto, la rabia, el enojo y la agresión contenida. A Patricia percibir la sensación de vergüenza le produce a su vez más vergüenza y un mayor deseo de ocultarse, lo que a su vez genera más vergüenza. Es un círculo cerrado y paradójico porque cuanto más se esconde la persona, más se aleja de su necesidad de contacto y de la posible sanación <cosa que debió observar la doctora> La sanación ha de ser siempre un encuentro afectivo. Por medio de una actitud empática, una escucha abierta y cálida, carente de juicios, trabajar con la experiencia y las emociones, para que Patricia pueda reconocer, evocar y expresar estas experiencias tan dolorosas. Trabajar con la sensación que provoca la experiencia presente. La ansiedad, el miedo a sentirse indefensa. Acompañarla en este proceso, para cerrar estos asuntos inconclusos, para poder alejarse del ambiente que tanto la daña, para descubrir sus necesidades, sus capacidades y sus recursos. Estoy exponiendo estos puntos como una opción desde mi postura como gestaltista, pero sin lugar a dudas, sé que hay otras corrientes, otras opciones que pudieron haber ayudado como una intervención en crisis (en el momento del intento de suicidio). La terapia familiar es muy eficiente para resolver problemas relacionales, pero me queda claro, que estas familias patológicas y con secretos no asisten a terapia. 

Schützenberger dice, que nuestra vida sea la expresión de nuestro ser profundo, en el fondo, es la labor de la psicoterapia y de la formación. Después de haberse descubierto y comprendido a sí–mismo, el psicoterapeuta puede entender, percibir, ver, casi adivinar lo que apenas está expresado. A veces se manifiesta por el dolor, la enfermedad, el silencio, el “lenguaje del cuerpo”, el fracaso, el acto fallido, la repetición, las “desgracias” y dificultades esenciales de su cliente. Entonces, humildemente, con todo su “saber” (aunque se trate tanto de un saber-ser, de un saber – ser con el otro y de escucharle, como de un saber- hacer, o de un saber (teórico), el terapeuta intenta ser el “go between”, el intermediario, en el interface entre el yo y el yo del cliente, entre el que se busca y la verdad suya ( de él, el “cliente”, el otro), y su “partero” o su “comadrona” como lo decía Socrates. (Schützenberger, 2006) Esto para mi, fue lo que faltó en terapia, empatía, la fortaleza que brinda la relación, confianza, el uso de la fenomenología, el entender las señales, el cuerpo, los silencios, lo no dicho, lo callado.

CONCLUSIÓN

Hay teorías como la psicoanalítica, autores como el Dr. Santiago Ramirez, que sostienen y afirman que “infancia es destino”. 
La vida psíquica de los seres humanos no es un agregado caótico de elementos incomunicados e independientes, sino que más bien éstos forman una estructura o sistema neuropsíquico organizado y coordinado con fines propios. El conocimiento y comprensión de una persona dependerá mucho más de un procedimiento perspicaz e inteligente para captar esa estructura central y personal que da sentido a todo el resto, que de estudios aislados no bien orientados hacia la comprensión del sistema como un todo. Creo que aunque efectivamente el hubiera no existe, este caso nos tiene que servir a las personas que nos dedicamos a atender la salud emocional, psicológica, que tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, un serio compromiso con la gente que solicita nuestra intervención. Tenemos que estar muy bien preparados, documentados y siempre actualizados, para ejercer nuestro trabajo de la mejor manera, con respeto y ética. Para ser claros y objetivos a la hora de diagnosticar, ya que en el caso de Patricia, no había bipolaridad, como fue diagnosticada. Patricia vivía con incertidumbre, con miedo y enojo. Vergüenza y culpa, inclusive con su pareja, por no poderle dar lo que él esperaba de ella. Por miedo a ser abandonada, sintiéndose exigida a hacer “cosas” para ser aceptada, igual que con su padre.
Este caso da para mucho, el tema es muy extenso y puede ser observado desde diferentes perspectivas teóricas. Es como para desmenuzarlo, y poder observar todos los detalles, conocer lo más posible. A mí me resulta apasionante, desde el punto de vista profesional, a pesar de lo duro injusto y cruel que me parece el caso. No hay palabras para definir un incesto, no hay algo peor que se le pueda hacer a un niño. 

Me quedo con una sensación de impotencia, Patricia era una niña sana, no tenía ninguna patología y mi intención con este trabajo, es explicar minuciosamente los factores que a mí juicio, fueron en Patricia los motivadores para cometer el asesinato. Ella expresa estar muerta también, y creo que sí, que queda sumida en un abismo de dolor por la muerte de su hermano y con más culpa que antes. 
Respecto a la afirmación: infancia es destino. Por una parte sí y por otra parte no coincido. Si bien toda la experiencia vivida por Patricia fue una de las causas, también intervienen otras, su temperamento, su estructura psíquica, su capacidad de resiliencia, y por supuesto el trabajo terapéutico. Este último ¿podía haber cambiado el final de la historia? Tal vez sí… 
Ella ahora tiene otras cargas, el asesinato de su padre y la muerte de su hermano. Aún así creo que podría recuperar muchas cosas y ser funcional en su vida algún día, claro, si se le diera la ayuda, la oportunidad y los medios para hacerlo.
Rescato la expresión de Soren Kierkegaard que dice: “la vida se vive hacia adelante, pero sólo se entiende hacia atrás”.
En mi concepción humanista de ver al ser humano, me resulta muy difícil convencerme que nuestra infancia nos marca de forma determinante, infalible, como un estigma que define nuestro futuro destino. Si yo creyera este concepto, infancia es destino, como algo ineludible, inevitable, no trabajaría como terapeuta, ni seguiría constantemente estudiando, ni enseñaría a mis alumnos.
Si junto lo que he estudiado, con mis años de experiencia acompañando a otros y mi propia historia de vida, me demuestro gratamente lo contrario. Por eso el día de hoy estoy aquí y ahora, escribiendo sobre esto. 
Marina llama valiente a quien “la dificultad o el esfuerzo no le impiden emprender algo justo o valioso, ni le hacen abandonar el propósito a mitad del camino; actúa guiado por la justicia que es el último criterio de valentía“ y agrega: “solo hay valentía para el bien”.

*Dirección electrónica: capítulo serie “Mujeres asesinas México”: Patricia Vengadora. https://www.youtube.com/watch?v=JfjWDV8sEl0 

BIBLIOGRAFÍA

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Caballo, V. (2004). Manual de trastornos de la personalidad. Descripción, evaluación y tratamiento. Madrid: Síntesis. Recuperado de: http://www.psiquiatria.com/imgdb/archivo_doc8506.pdf

Cyrulnik, Boris. (2013) Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Ed. Debolsillo. México

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[1] Fernández Torrisi, Laura (2009). Género: sujetos emergentes y sujetos extremos Una mirada desde la violencia en el noviazgo y el feminicidio. Revista Figura Fondo Numero 26. IHPG [s.n] México.


[i] *Dirección electrónica: capítulo serie “Mujeres asesinas México”: Patricia Vengadora. https://www.youtube.com/watch?v=JfjWDV8sEl0

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que genialidad sin palabras mis felicitaciones

Unknown dijo...

A mi entender la psicoterapeuta no se comprometió a fondo con la situación de Patricia.Ni siquiera le confiere herramientas legales alternativas para sacarla de la sensación de " encerrona"O es tan " distraida" como la madre cuando se le enuncia lo obvio.Una " psicosis maníaco - depresiva " no dice a la hora de plantear un " pronostico".